LA HONESTIDAD RADICAL

Cuántas veces hemos oído el siguiente consejo: “Sé tú mismo y todo irá bien”. Este consejo, por bien intencionado que sea, a menudo nos deja perplejos. ¿Qué significa exactamente ser uno mismo? ¿No soy acaso yo mismo todo el tiempo? La honestidad radical puede ayudarnos en caso de duda. De hecho, la honestidad radical es una de las herramientas que pueden ayudarnos a desmitificar y desarrollar esta capacidad de ser nosotros mismos. La honestidad radical es la voluntad de compartir nuestros pensamientos, preferencias, ideas, sentimientos, emociones, opiniones, creencias o simplemente nuestras observaciones del momento. La honestidad radical es un término desarrollado por el psicólogo Brad Blanton. El ha publicado varias obras sobre el tema. Desde entonces, el término se ha desarrollado y ampliado, sobre todo en el contexto de las relaciones auténticas. En este artículo, veremos cómo la honestidad radical puede tener un impacto considerable en nuestras relaciones y hablaremos de las precauciones que debemos tomar para ponerla en práctica.

¿Por qué es importante cultivar la honestidad radical?

  1. La honestidad radical mejora la calidad de nuestras relaciones

Si pensamos en esta cuestión, veremos que la calidad de nuestras vidas depende en gran medida de la calidad de nuestras relaciones. La honestidad radical nos permite construir relaciones en las que podemos sentirnos seguros y ser nosotros mismos. Relaciones en las que podemos mostrar nuestra mejor cara, pero también nuestra vulnerabilidad. Al ser vulnerables y honestos, también abrimos la puerta para que las otras personas se sientan seguras de ser honestas con nosotros. Siendo sinceros con nosotros mismos, facilitamos que los demás lo sean. Así que esta capacidad no sólo aumenta la satisfacción de nuestras relaciones, sino que también las hace más sólidas. 

  1. La honestidad radical impide la generación y progresión de comportamientos pasivo-agresivos.

El comportamiento pasivo agresivo surge cuando una persona tiene frustraciones reprimidas y no comunicadas. Estas frustraciones llevan a la persona a ser involuntariamente agresiva, de forma muy sutil y difícil de detectar/denunciar, con la persona percibida como fuente de su frustración. Esta es una forma muy perjudicial de afrontar la frustración. En primer lugar, no resuelve absolutamente nada. En segundo lugar, debilita considerablemente la relación. En tercer lugar, es una forma de castigar y humillar a la otra persona (lo cual es inaceptable en cualquier caso), pero hay un factor agravante: el problema ni siquiera se ha discutido y la otra persona puede no tener ni idea de lo que está haciendo mal. La honestidad radical nos permite comunicar nuestras frustraciones antes de que arraiguen en nuestros corazones y resolver los malentendidos de raíz. La clave de la honestidad radical consiste en comunicarse con la otra persona ante los primeros signos de frustración, haciendo énfasis en cómo nos sentimos ante la situación, tratando siempre de llegar a la raíz de la frustración. Por ejemplo: si Tom está enfadado porque Sally no recoge la ropa, sería una buena idea que Tom se preguntará por qué esto le frustra tanto. Tom puede llegar entonces a la conclusión de que esta falta de orden le da la impresión de que Sally no le respeta. En este caso, en lugar de mostrarse pasivo-agresivo con Sally, Tom puede explicarle las razones por las cuales la falta de orden le molesta tanto y le hiere, haciéndolo sentir poco importante y respetado. Tom puede aprender así a aumentar su tolerancia hacia el desorden sin tomarlo como algo personal y Sally puede trabajar en ser más ordenada ya que se ha enterado de lo importante que esto es para Tom.

  1. La honestidad radical nos permite disminuir en gran medida las tendencias de ‘’People pleasing’’ o las tendencias a ser demasiado complacientes.

Es normal que, en determinadas relaciones o en ciertos momentos, tengamos que modificar nuestro comportamiento para gustar a la otra persona. Forma parte de nuestra inteligencia emocional vigilar y medir constantemente el porcentaje de mi verdadero yo que es prudente mostrar en cada momento. Sin embargo, cuanto más estrechas y cercanas sean nuestras relaciones, más capaces deberíamos ser de mostrarnos libremente sin preocuparnos siempre por cómo nos percibirá la otra persona y si le gustamos o no. Cuando mantenemos una relación íntima con alguien con quien pasamos mucho tiempo, ya sea un amigo, un familiar o nuestra pareja, si todo el tiempo estamos controlando nuestro comportamiento para complacer a esa persona, no solamente acabaremos muy agotados sino que también habrá un efecto nefasto para nuestra identidad. Cada vez que ocultamos nuestra autenticidad, nos enviamos a nosotros mismos el mensaje de que lo que realmente somos no es aceptable, lo que indirectamente daña nuestro sentido del respeto por nosotros mismos, nuestra dignidad y nuestra autoestima. Así que ser complacientes es importante, especialmente en algunos contextos que discutiremos más tarde, pero es mejor evitarlo en relaciones muy íntimas y cercanas.

  1. La honestidad radical nos permite encontrar relaciones más compatibles y estables 

Las relaciones en las que sentimos que tenemos que controlar constantemente nuestro comportamiento y nuestra forma de hablar, en las que sentimos que sólo podemos mostrar nuestro lado bueno o nuestro éxito, o en las que sentimos que no podemos ser nosotros mismos no sólo son estresantes, sino también muy frágiles. Se trata de relaciones en las que estaremos sometidos a una tensión constante. La intimidad y la calidad de la relación difícilmente pueden desarrollarse en un contexto así. Son relaciones superficiales, sin bases sólidas e inevitablemente frágiles, porque se basan únicamente en el fingimiento. En cambio, la honestidad radical permite desarrollar relaciones tal vez más escasas y difíciles de encontrar, pero mucho más sólidas y satisfactorias.

  1. La honestidad radical pone a prueba nuestras relaciones y a las personas que tenemos cerca. 

Como ya hemos dicho, en algunos casos es justo y necesario controlar nuestro comportamiento. Sin embargo, en el caso de nuestras relaciones más cercanas, deberíamos poder ser nosotros mismos sin miedo a las consecuencias. Si estamos en una relación y tenemos miedo de ser nosotros mismos, de expresar nuestras opiniones, nuestras creencias, nuestras emociones, nuestras preocupaciones, nuestras observaciones o de actuar de una determinada manera que estaría más en consonancia con nuestros valores, esto es un fuerte indicio de que la relación es mucho más frágil de lo que pensamos. Las relaciones en las que no podemos ser nosotros mismos no se basan en fundamentos sólidos. También son relaciones que son injustas para ambas partes. 

Si tenemos miedo de ser sinceros por temor a una reacción hostil, manipuladora o abusiva por parte de la otra persona, porque esta hostilidad, abuso o manipulación ha ocurrido en el pasado, esto puede ser un fuerte indicio de que la relación es perjudicial para nosotros. También indica que la persona probablemente carece de inteligencia interpersonal y emocional y necesita desarrollarse más para tener relaciones sanas. La honestidad nos facilita identificar a las personas con las habilidades interpersonales necesarias para construir relaciones respetuosas y armoniosas, y nos permite distanciarnos de las personas que carecen de estas habilidades y corren el riesgo de hacernos daño. 

Es absolutamente inaceptable que en una relación haya violencia física o verbal, chantaje, abuso o cualquier otro tipo de conducta agresiva o irrespetuosa, pero es aún más inquietante que ésta sea la respuesta a nuestro intento de ser vulnerables. Una relación sana se basa en la comunicación, la voluntad de escuchar a la otra persona y la búsqueda de soluciones compartidas. Por lo tanto, si nuestra honestidad es recibida con abuso, esto es indicador que esta relación probablemente tendrá efectos negativos en nuestra vida y sería quizás preferible distanciarnos.

En resumen, cuando somos honestos, podemos ver qué relaciones son buenas para nosotros y cuáles son malas. También podemos saber quién se preocupa por nuestro bienestar. De hecho, una persona que se interese de verdad por nosotros y por nuestro bienestar estará interesada en escuchar cómo nos sentimos, en saber cuales son nuestras necesidades, nuestras preferencias y cómo sus acciones nos afectan. Solo así será posible desarrollar una buena relación.

  1. La honestidad radical nos permite cultivar la integridad y la autoestima

Por último, quizá la razón más importante para desarrollar una honestidad radical es que nos permite vivir con integridad hacia nosotros mismos y mejorar nuestra autoestima. Cada acción que realizamos envía un mensaje directo a nosotros mismos y a los demás sobre quienes somos. Cuando modificamos nuestro comportamiento para obtener una respuesta concreta de otra persona o situación, es una forma de manipulación, pero también envía el mensaje de que lo que somos, pensamos o sentimos no está bien. En pequeñas cantidades, la simulación prudente no es un gran problema, pero en la medida de lo posible debemos intentar actuar con integridad con nosotros mismos y con los demás la mayor parte del tiempo. 

En resumen, la honestidad radical nos permite interactuar con el mundo siendo quienes somos desde la integridad y la fidelidad a nosotros mismos, lo que nos permite encontrar situaciones y personas verdaderamente compatibles. La honestidad radical es el acto y el valor de decir la verdad, no principalmente por obligación moral, sino para mejorar la calidad de nuestras vidas y fortalecer nuestras relaciones. 

Excepciones y factores que deben tenerse en cuenta al practicar la honestidad radical 

  1. La honestidad radical requiere un alto nivel de inteligencia emocional e introspección por parte de todos los implicados.

Los conflictos con otras personas suelen ser oportunidades de crecimiento. Durante estos procesos, nos veremos abocados a formular preguntas difíciles y a tener el valor de responderlas. Estas preguntas pueden hacernos replantearnos cosas que quizá creíamos ciertas. Cosas que pensábamos que nunca cambiarían. Así que este proceso requiere flexibilidad y pensamiento crítico. Implica igualmente una cuidadosa introspección y vigilancia sobre nuestros cambiantes estados interiores, de modo que sepamos a qué atenernos y podamos comunicarlo con claridad. Finalmente, se necesita inteligencia emocional para saber cómo, cuándo y con quién comunicar ciertas cosas. Por suerte la inteligencia emocional es una habilidad que se puede desarrollar y practicar.

  1. Es importante observarnos con una actitud de curiosidad y evitar condenarnos a nosotros mismos o a los demás. 

Es importante ser consciente de lo que siento y comunicarlo. Sin embargo, esto es imposible si nuestra introspección está llena de miedo y de juicios sobre lo que encontraremos. Tenemos que ser honestos y tener el valor de admitir la verdad ante nosotros mismos. Actividades como escribir en un diario o hacer preguntas nos ayudan a comprender las distintas facetas de una situación. Tomarnos el tiempo de responderlas con calma durante unos días puede ayudarnos a cultivar nuestro músculo de introspección. 

  1. Necesitamos ser cuidadosos con las situaciones y las personas con las que practicamos la honestidad radical. 

Ciertamente, no todos los contextos ni todas las personas son propicios a la práctica de la honestidad radical. Hay que tener mucho cuidado, porque esta práctica requiere una cierta vulnerabilidad que, en determinados contextos, podría ser utilizada en nuestra contra.

Por ejemplo, si intentamos ser honestos con alguien cuya capacidad de introspección e inteligencia emocional es muy baja, esa persona podría reaccionar de forma  violenta, abusiva o manipuladora ante nuestra vulnerabilidad.

Otro ejemplo podría ser la práctica de la honestidad radical en un entorno laboral en el que nuestra honestidad puede ser utilizada en nuestra contra. En algunos entornos laborales, nuestros compañeros o nuestro jefe pueden juzgarnos y crear prejuicios sobre nosotros. Esto se debe a que, en muchos entornos laborales, el principal objetivo del empleador no es nuestro bienestar. El éxito y los beneficios de la empresa suelen estar por encima de todo y, por lo tanto, si  somos honestos y revelamos algo que podría poner en peligro potencial el progreso de la empresa, nuestra honestidad será recibida con hostilidad.

Por eso es esencial desarrollar nuestra inteligencia emocional. Esta capacidad nos permitirá discernir con mayor claridad los contextos en los que sería beneficioso y seguro practicar la honestidad radical.

  1. La honestidad radical no es lo mismo que la honestidad brutal; tenemos que ser muy cuidadosos y humanos en la forma de comunicarnos. 

Quizá el punto más importante a la hora de practicar la honestidad radical sea ser extremadamente cuidadosos con la forma en que nos comunicamos. En primer lugar, debemos tener cuidado de no buscar consciente o inconscientemente herir a la otra persona, querer castigarla de alguna manera o incluso ser hirientes con nuestra “honestidad” para animarla a cambiar su comportamiento. Por ejemplo, alguien podría llamar gorda a otra persona, justificándose por ser muy honesto y con el objetivo interno de castigarla por su peso y animarla a cambiar. En esta situación, se trataría de una honestidad brutal y no de una honestidad radical. Es importante evitar la honestidad brutal, porque no es más que una forma de comportamiento agresivo pasivo. Si lo que tenemos que decir tiene el potencial de herir a la otra persona, tenemos que hacernos varias preguntas antes de abordar el tema: ¿cuál es el objetivo de esta afirmación? ¿Es para mejorar la relación? ¿Es algo que la persona puede cambiar realmente? Si no puede cambiarlo, ¿hay algo que yo pueda hacer para que la situación sea menos frustrante para mi? 

Si, tras reflexionar, nos damos cuenta de que es esencial abordar el problema porque no hacerlo pondría en peligro la relación, un ejercicio útil para evitar caer en la honestidad brutal es ponernos en el lugar de la otra persona y preguntarnos cuál sería la forma más humana, empática, cuidadosa y respetuosa de abordar el tema.

En segundo lugar, al comunicarnos honestamente, debemos estar preparados para escuchar lo que la otra persona tiene que decir y cómo afecta nuestra sinceridad. Es posible que lo que digamos provoque una reacción emocional importante en la otra persona. Es esencial dar a la otra persona el espacio necesario para expresar sus emociones libremente. El objetivo final es que ambos puedan expresarse libremente, apoyarse mutuamente y, en última instancia, llegar a un compromiso o punto común que satisfaga a los dos si el caso lo requiere. 

La honestidad radical es una práctica que tiene el potencial de cambiar por completo nuestras relaciones y la forma en que nos presentamos ante el mundo. La honestidad radical puede hacernos perder relaciones, pero nos acerca a otras relaciones que a la larga son más auténticas y satisfactorias. En suma, es crucial trabajar para reducir los malentendidos y el sufrimiento en las relaciones ya sea con los demás o con nosotros mismos, de modo que podamos vivir en un mundo más auténtico, con menos confusión y dolor relacional. 

Ha habido muchas ocasiones en las que he tenido que elegir entre ser radicalmente honesta y no decir nada con el fin de no dañar una relación. Sin embargo, cada vez me decía a mí misma que si la relación resultaba dañada o incluso si la perdía por haber sido honesta y vulnerable, eso era un indicio de que la relación era mucho más débil de lo que yo pensaba. Siempre me digo que es mejor perder una relación inauténtica que mi dignidad y mi amor propio. Siempre que soy sincera y me defiendo, me respeto y me siento bien conmigo misma. Por eso no merece la pena poner mi dignidad en peligro en pro de una relación. La sorpresa que me he llevado es que en algunos casos he perdido relaciones dañinas, pero la mayoría de las veces, la honestidad radical me ha permitido conectar de una forma mucho más auténtica y profunda y aumentar enormemente la calidad de mi relación con una persona, haciéndola mucho más satisfactoria para ambas partes. A menudo tenemos miedo de dañar una relación y preferimos callar, cuando en realidad son el silencio y las mentiras los que corroen lentamente los cimientos esenciales que nos permiten tener relaciones robustas y genuinas.

** El término honestidad radical se utiliza en el contexto de la investigación y el desarrollo de este término por Brad Blanton en el mundo de la autenticidad radical. Sin embargo, en mi opinión es un término inexacto y potencialmente peligroso. Porque, como ya se ha dicho, la honestidad no puede ni debe ser radical. Hay contextos en los que es necesario mentir. Por eso propongo más bien el término honestidad relacional.